Es difícil crear hábitos saludables para nuestro cuerpo, entonces finaliza febrero, y la promesa que muchas se hicieron de ponerse en forma ha caído en saco roto. Los especialistas determinan que sólo son necesarios 21 días para adquirir un nuevo hábito pero muchos ni siquiera llegan a completarlos.
¿Por qué fracasamos? Los motivos pueden ser muy personales, pero hay algunos que llevan inevitablemente al desastre.
Algunos hábitos que influyen en tu salud
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Elección del ejercicio.
Muchas se apuntan a un gimnasio empujadas por una amiga que quiere compañía, o para realizar el último ejercicio de moda sin analizar si realmente es el indicado para ellas. Elige sin presiones, pensando en tu personalidad y lo que esperas de él. ¿Quieres fomentar tu concentración, divertirte o hacer amigos? ¿Desarrollar bíceps o bajar glúteos? ¿Tienes débiles las articulaciones de las piernas? Escoge con cabeza.
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Infórmate bien antes de empezar.
Hay muchos gimnasios franquicia con profesores que tratan a sus clientes como ganado y muchos amigos bien intencionados que te dicen que hace joggin consiste en calzarse unas zapatillas y comenzar a correr; pero no es tan sencillo como parece. Todo requiere una técnica concreta, unos ejercicios previos de calentamiento y posteriores de estiramiento. No te lances a lo loco.
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Exigirse demasiado.
Cada cuerpo es un mundo y todos necesitan un periodo gradual de adaptación al nuevo ritmo. Muchas veces por vergüenza o inexperiencia forzamos el nuestro siguiendo un ritmo que no es el adecuado. Las agujetas y el desánimo son males menores al lado de las lesiones graves que pueden derivarse. No fuerces la maquinaria, modera la intensidad de los ejercicios, empieza poco a poco pero sé constante.
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Escucha a tu cuerpo.
Tu cuerpo es el que te dirá si es o no adecuado para él. Si te duele, notas un pinchazo, hinchazón o mareo,para. No te confíes si responde aún sobrepasando el tiempo establecido: caliente puede, pero cuando enfríe quizá descubras que lo has forzado demasiado.
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No esperes milagros.
Hay un tiempo para todo en esta tierra, que decían los salmos, uno para sembrar y otro para coger la cosecha. Dependiendo del tipo de deporte o ejercicio que hayas escogido, tu cuerpo puede tardar un mínimo de dos semanas de ejercicio regular para habituarse. Sabrás que estás adquiriendo el hábito cuando el cuerpo esté ágil y hagas los movimientos sin pensar.
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Planifica y sé firme.
Hay dos momentos idóneos para hacer ejercicio, aquellos en los que nuestro biorritmo es alto, es decir, nuestro reloj biológico eleva la presión sanguínea y hay mayor concentración de hormonas en la sangre. El primero es por las mañanas entre las 8 y 9 y el segundo sobre las 18. Nunca después de comer ya que el organismo está inmerso en la digestión.
Quizá no puedas realizarlo en esas horas, pero una vez que elijas las que más se ajustan a tu manera de ser, que tu horario sea inamovible. No dejes de ir ni un día, salvo por una emergencia. No te pongas excusas o un mal día descubrirás que has dejado de ir definitivamente.
Recuérdate constantemente por qué lo estás haciendo. Utiliza mantras positivos. Diviértete, no te lo tomes como una tortura sino como un reto. Mens sana en corpore sano: venga, que tú puedes: ponte en forma.
Recuerda de que los hábitos son importantes en muchas áreas de tu vida, no solo para el ejercicio.